La obra se trata de un óleo sobre lienzo donde queda reflejado el retrato de Nuestra señora vestida a usanza barroca, rememorando primitivas estampas marianas sin olvidar la viveza en el color de su atavío. El niño Dios luce túnica dorada símbolo de realeza, toda ella estampada con hojas de olivo ,olivo emblema de paz y que baña los campos de Bormujos, también vestido de manera muy dieciochesca y donde se puede ver en su cuello un sol y una luna, elementos de simbología mariana que también vienen a recordar que Jesús y María se encuentra con nosotros en todo momento.
La imagen se encuentra enmarcada en un rosario, un rosario que se encuentra representado en un material rocoso veteado, asimilándose al mármol, algo que no es arbitrario… queriendo reflejar la fuerza de la fe cristiana, la cruz del mismo también de mármol… muestra su alma cual espejo, pues el alma de la cruz símbolo de nuestra fe es el reflejo de todo bormujero.
El rosario en sí , adopta forma elíptica recordando a las conocidas mandorlas misticas bizantinas, manera en la que se representaba lo divino enmarcando a las imágenes dentro de una forma almendrada… en este caso el fondo no es dorado como en el periodo bizantino se representaba lo sagrado, en la obra la imagen se encuentra sobre fondo azul capri, un azul que habla del cielo que sirve de hogar la mismísima Virgen María, un lugar sagrado llamado Bormujos.
En su parte más exterior… una hojarasca inspirada en dieciochescos frescos envuelven la composición utilizando los mismos cromatismos que en el resto de la obra, vivos colores que pretenden reflejar alegría y esperanza en un momento tan particular como el que vivimos.
